Por Amaury Ureña
(Opinión)
Soy de los que cree que las manifestaciones de
protestas en República Dominicana tienen un antes y un después de la lucha por
el 4% para la educación.
Las organizaciones populares están aprendiendo que no
hay que buscar uno o varios muertos para pedirles a los gobiernos sus
reivindicaciones o para manifestarle su desacuerdo con cualquier medida tomada
o por tomar, las cosas han cambiado.
Este avance de los grupos populares se
debe, en gran medida, a la inserción de la clase media en esos movimientos. La
violencia debe ser el último recurso, no el primero.
Las manifestaciones que se realizaron el pasado 6
de Noviembre (6N) frente al congreso no fue un fracaso, pero tampoco un éxito,
un cocinero diría: Quedó en término medio (Ni crudo, ni bien cosido).
Éxito
Lograron unificar casi todos los partidos de la
oposición, fenómeno que no se logró en el pasado certamen electoral, por igual,
lograron el respaldo de diferentes sectores (Iglesias, empleados de
restaurantes, micro y medianos empresarios y otros).
Por último, fue notoria su
presencia en los medios de comunicación y en las redes sociales, incluso en
Twitter varios “hashtags” referentes a las protestas encabezaban los
comentarios.
Fracaso
En un principio se llamó a paro de labores pacífico,
incluso Pérez Figuereo anunció que diferentes transportistas no laborarían (Los
transportistas son los que paran país), pero días antes al 6N se cambió de
convocatoria reduciéndola a una marcha que se realizaría en varias provincias
de forma simultánea.
Lo que en principio se pensó como un paro de labores, en
última instancia quedó como una marcha y llegó la fecha y todos (o casi todos)
trabajamos de forma normal.
Si aspiramos a 100 y solo logramos 50, es obvio que
fracasamos en nuestra aspiración al objetivo primario.
Agrego
Ese hermoso movimiento social (mas que
revolucionario, evolucionario) debe de tratar de hilvanar sus ideas (Sé que en